Acta del Ayuntamiento de Pamplona contra la obligatoriedad del casco ciclista en la ciudad

PLE 26-ABR-13 (7/MO) PROPUESTA DE LOS GRUPOS MUNICIPALES DE NABAI 2011, P.S.N. Y BILDU Y CONCEJALES NO ADSCRITOS DE ARALAR E I.E. con-tra el uso obligatorio de casco de los ciclistas en desplazamientos urbanos.

Se da lectura a una proposición presentada por NaBai 2011, P.S.N., Bildu y Concejales no adscritos de Aralar e I.E., en la que se propone: «Recientemente, la Dirección General de Tráfico ha hecho público, como paso previo a su aprobación, el borrador del nuevo Reglamento General de Circulación, en el que se incluye la obligatoriedad del uso del casco para todos los desplazamientos en bicicleta por vías urbanas.

La bicicleta ha experimentado un notable auge en Pamplona durante los últimos años, debido al desarrollo de estructuras ciclistas y a las políticas de calmado de tráfico, con la implantación del límite de velocidad a 30 km/h en todas las calles de un único sentido y con un único carril.

En este periodo, y pese al creciente número de usuarios y desplazamientos en bicicleta que dia-riamente se realizan en nuestra ciudad, consideramos que el número de accidentes en los que se encuentran implicados ciclistas es bajo. La inmensa mayoría de las lesiones no guardan relación con el hecho de no llevar casco, y los de carácter grave o mortal son porcentualmente muy bajos, y suelen ser consecuencia de atropellos. En los politraumatismos derivados de éstos no suele incidir la variable de llevar o no casco, ya que está concebido como un complemento deportivo ligero, diseñado para paliar las consecuencias de caídas y accidentes menores. No existe evidencia de que la obligatoriedad del uso del casco en carretera, vigente desde 2003, haya supuesto ninguna mejora sustancial para la seguridad del tráfico ciclista, ni hay razón para prever que su extensión a las vías urbanas vaya a tener un impacto diferente.

Por el contrario, la imposición de su uso obligatorio sería tremendamente disuasorio para un porcentaje muy alto de los usuarios que utilizan la bicicleta como medio de transporte urbano, ya que implicaría la obligación de llevar consigo permanentemente el casco o de exponerse a una casi segura sustracción en caso de dejarlo junto al vehículo. Más graves aún serían sus efectos en el servicio Nbici de préstamo gratuito de bicicletas, puesto que los usuarios se verían obligados a llevar el suyo propio o se haría necesario articular algún sistema de alquiler, con los consiguientes inconvenientes de infraestructuras, personal o adecuación de las tallas ofertadas, por lo que con toda probabilidad el servicio se desarticularía.

La implantación del casco obligatorio en zonas urbanas sería una medida excepcional en el marco europeo (sólo Malta lo contempla), donde países con enorme tradición ciclista y un porcentaje altísimo de desplazamientos ciclados como Holanda, Alemania, Bélgica, Dinamarca o Francia han desechado su imposición por inútil y contraproducente, como demuestran las nefastas estadísticas de países como Israel, Australia o Nueva Zelanda, donde supuso un descenso de usuarios urbanos de un 40%. Por el contrario, en Holanda, donde un 27% de los desplazamientos se realizan en bicicleta, apenas el 1% de los ciclistas utiliza el casco.

Está demostrado, por tanto, que su obligatoriedad repercute muy negativamente en el número de personas que se inclinan por la bicicleta como medio de locomoción urbano, echando por tierra todos los avances logrados durante los últimos años y desincentivando que estos ciudadanos se beneficien de los efectos positivos de su uso. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud reconoce que pedalear 30 minutos al día es una de las prácticas más eficaces en la lucha contra las enfermedades coronarias y la obesidad.

Por todo ello, en pro del interés general, las autoridades deben facilitar el uso de la bicicleta, incidiendo en la seguridad de los ciclistas no con la imposición de la obligatoriedad del uso del casco en toda circunstancia, sino garantizando un marco completo de seguridad, un modelo integral, combinado, que aúne una red básica de vías ciclistas homologada con criterios técnicos y políticas de calmado de tráfico, acompañadas, por supuesto, de campañas de seguridad vial que incluyan explícitamente la figura del ciclista como un agente más de la movilidad, con su legítimo derecho a sentirse seguro y protegido frente a los vehículos motorizados.

Este modelo es el defendido por la inmensa mayoría de los expertos en infraestructuras ciclistas y por la Federación de Ciclistas Europeos, y se viene desarrollando desde hace décadas en los países europeos de mayor implantación de la bicicleta.

Por todo ello, el Pleno adopta el siguiente ACUERDO:

Instar a la Dirección General de Tráfico a que no incorpore en el nuevo Reglamento de Circulación el uso obligatorio del casco en desplazamientos urbanos.».

 
Sometida a votación la inclusión en el orden del día, es aprobada por unanimidad de 27 votos.


Se da lectura a la enmienda de sustitución presentada por U.P.N., en la que se propone: «EL PLENO del ayuntamiento de Pamplona ACUERDA animar a la Dirección General de Tráfico , Asociaciones y usuarios de la bicicleta a seguir manteniendo un diálogo constructivo para llegar a un consenso sobre el uso del casco en desplazamientos urbanos y proponer que el nuevo Reglamento de Circulación permita que la utilización del casco pueda estar regulado por las propias ordenanzas municipales, pudiendo dejar exentas de la obligatoriedad de uso determinadas zonas atendiendo a las características y condiciones de ciclabilidad de cada Municipio.».

 
Sometida a votación la enmienda de sustitución de U.P.N., es rechazada por 13 votos a favor y 14 votos en contra.

 
Sometida a votación la proposición de NaBai 2011, P.S.N., Bildu y Concejales no adscritos de Aralar e I.E., es aprobada por 14 votos a favor y 13 votos en contra, adoptándose el siguiente acuerdo:

PLE 26-ABR-13 (7/MO)

«SE ACUERDA instar a la Dirección General de Tráfico a que no incorpore en el nuevo Reglamento de Circulación el uso obligatorio del casco en desplazamientos urbanos.»

EL CASCO CICLISTA Y LA SEGURIDAD

En los debates que se están suscitando sobre la necesidad o no de obligar a los ciclistas a utilizar el casco en la ciudad, la palabra más recurrente, como no podía ser de otra manera, es la de la seguridad. Entre los defensores de la obligatoriedad del casco han surgido voces de profesionales de la sanidad, que destacan que una simple caída a una velocidad moderada, incluso de 10 km/h,  puede originar un traumatismo grave o mortal.

Desde este planteamiento alarmante, podríamos extrapolar la seguridad a otros ámbitos de la movilidad. De esta manera, todos aquellos que practican footing, con velocidades que oscilan entre 10 y 15 km/h, estarían expuestos a caídas que podrían ocasionar los mismos traumatismos graves, debido a tropezones o resbalones por suelo mojado. Y no digamos ese gran número de jóvenes que corren los encierros, expuestos continuamente a las caídas y también a ser empitonados por las astas, que correrían el mismo riesgo o mayor. Con lo cual, a todos ellos se les tendría que obligar a utilizar el casco. Pero la racionalidad nos dice que tan malo es el exceso en la autoprotección, como la excesiva dejadez y despreocupación al respecto.

En mi opinión, la búsqueda de las soluciones al problema de la seguridad del ciclista requiere partir de dos premisas: la primera es que el perfil del ciclista urbano es muy variado. La edad, las condiciones físicas de agilidad, de reflejos o de fuerza y la destreza con la bici varían mucho de unos a otros. Y la segunda: al ciclista le asiste el derecho incuestionable de sentirse seguro y protegido frente al resto de los vehículos a motor.

Todo esto nos lleva a que la clave de dicha seguridad y protección no estaría en obligar a utilizar el casco, sino en el establecimiento de un sistema combinado e integral, de una red básica de vías ciclistas homologado con criterios técnicos, y de la aplicación de políticas de calmado de tráfico (calles 20 y 30). Además se debería contar con campañas de educación vial en las que se integre de manera inequívoca a los ciclistas. De esta forma, esa gran cantidad de ciclistas que no se atreven a circular por la calzada, por una percepción objetiva y/o subjetiva de peligro, lo harían por las vías ciclistas, y el resto, en la medida de sus capacidades, lo podría hacer por ambas zonas indistintamente. El resultado sería que cada uno podría circular por el medio que más le favoreciera y nadie quedaría excluido. Además, solventaríamos el problema de la circulación de los ciclistas por la acera. Todos estos procedimientos no son nuevos, ya están inventados y los defienden la Federación Europea de Ciclistas y numerosos expertos en políticas de infraestructuras ciclistas. Así mismo, es lo que se viene haciendo, desde hace décadas, en todos los países europeos de tradición ciclista, como Holanda, Alemania, Bélgica, Dinamarca, etc.
Debo añadir que, aunque estoy en contra de la obligatoriedad del uso del casco en la ciudad, opino que es razonable que se aconseje su uso, pero creo que la decisión final ha de tomarla el ciclista en función de su formación ciclista tras evaluar las circunstancias del desplazamiento.

Jesús Sukuntza
Ciclista urbano y miembro de AMTS